Historias que nos cautivan y nos enseñan más sobre nuestra cultura maya.
Cuenta la leyenda que cuando los dioses aún eran humanos existió un amor tan intenso y tan puro que su fuerza creó el Sol, la Luna, la noche, el día y el brillo de las estrellas.
Hace muchísimo tiempo, en un pueblo lejano vivía una doncella hermosa de nombre Ixchel cuya belleza impresionaba a muchos hombres, uno de ellos era Itzamná. El encantamiento de Itzamná comenzó a gustarle a la hermosa y codiciada mujer y un sentimiento puro nació entre los dos.
En un día de mucho sol llegó un extranjero joven que cuando miró a la muchacha, fue asombrado por su deslumbrante hermosura. Sin saber, del amor de Ixchel e Itzamna.
La hermana de Ixchel llamó a una pelea donde los jóvenes querían el amor de la doncella, y lucharían hasta la muerte. El destino de Itzamná no contaba con la mala jugada del otro, al primer descuido hirió a Itzamná por la espalda y cayó muerto.
Cuando Ixchel lo vio muerto corrió hacía el y encomendó su alma a Ixtab y ella, se quitó la vida. Su hermana maldijo aquel hombre traicionero que no jugó limpio, que mató a Itzamná. Ella tomó el alma encomendada de Ixchel, fue cuando Ixtab se convirtió en al diosa del suicidio.
Itzamná volvió a nacer como divinidad el Sol e Ixchel se transformó en la diosa Luna. Le regalo a su amada el resplandor de las estrellas en la noche, se dice que son doncellas que mueren muy jóvenes y suben a los cielos y se convierten en estrellas para acompañar a Ixchel.
La leyenda de estos dos dioses, se conservó hasta ahora y se cree que cada día de muertos la diosa Ixchel renace del fuego y permite a las doncellas encontrar el amor del cual nacerá un hijo.